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21 de julio de 2010

Análisis del discurso machista en la prensa virtual chilena.

Análisis del discurso machista en la prensa virtual chilena.

Gissell Demartini B.

Licenciada en Pedagogía y Educación Diferencial con Mención en Trastornos de Audición y Lenguaje, UMCE . Candidata a Magíster en Lingüística con Mención en Sociolingüística Hispanoamericana, USACH.

Santiago, Chile 2007.

manitosquehablan@hotmail.com



RESUMEN:



El presente trabajo se inscribe dentro de los papers realizados en la cátedra de Análisis del Discurso, dictada por el Doctor Miguel Farías en la Universidad de Santiago de Chile, como requisito evaluativo de los candidatos a Magíster en Lingüística con Mención en Sociolingüística Hispanoamericana y Mención en Lengua Inglesa.



Su principal objetivo es describir y analizar la presencia del discurso machista en la sociedad chilena y cómo este se manifiesta, a través de prácticas discursivas escritas, en dos artículos elaborados por chilenos de nivel culto, publicados en el sitio web www.granvalparaiso.cl.



El trabajo recoge visiones multidisciplinarias acerca del Análisis Crítico del Discurso, recibiendo significativos aportes de los estudios de género y la teoría de la ideología.



El análisis del corpus seleccionado se fundamenta en una aproximación a la perspectiva semántica de Molero y Franco, quienes realizan en sus trabajos, análisis semánticos de los textos en estudio. Su modelo consta de cuatro niveles básicos de análisis: nivel referencial, lógico-conceptual, lingüístico y discursivo. Sin embargo, en el presente paper, sólo se utilizarán dos de los cuatro niveles descritos por los autores, ya que con los análisis desprendidos del nivel referencial y lingüístico es posible extraer la información necesaria para la elaboración de un esquema discursivo tipo del machista chileno basado principalmente en la ideología de poder.



















ABSTRACT:



This work is part of the papers in the chair Analysis of Discourse, delivered by Dr. Miguel Farias at the University of Santiago de Chile, as a condition assessment of the candidates for Master of Linguistics with honors in Sociolinguistics Hispanoamericana and Mention in English Language.


Its main aim is to describe and analyze the presence of speech machismo in Chilean society and how it is manifested, through discursive practices written in two articles prepared by Chilean level of worship, published on the website www.granvalparaiso.cl



The multidisciplinary work gathers views on the Critical Discourse Analysis, receiving significant contributions from gender studies and the theory of ideology. The analysis of the corpus will be selected based on an approximation to the prospect semantics Molero and Franco, who performed in their jobs, semantic analysis of texts under consideration. Their model consists of four basic levels of analysis: referential level, lógico-conceptual, linguistic and discursive. However, in this paper, will be used only two of the four levels described by the authors, as with the level of analysis released referential language and it is possible to extract the information needed to prepare an outline discursive kind of macho based Chilean mainly in the ideology of power.


























INTRODUCCIÓN.



El grupo social femenino representa una de las minorías que conforman tan sólo una parte del revoltoso entramado social que nos cubre como miembros de una comunidad epistémica. Si bien, los estudios de género han producido cambios significativos, permitiendo un mejor posicionamiento de las mujeres como sujetos sociales, se podría afirmar, que en países latinoamericanos esta condición humanitaria no se ha establecido del todo. En nuestro país, la discriminación contra las personas del sexo femenino es cada vez más evidente. Un ejemplo claro de esto lo observamos en las actuales tendencias publicitarias y musicales, que muestran a la mujer como objeto de deseo y posesión del hombre, lo que constituye evidentemente una práctica machista.



Dentro de lo que entendemos por machismo es pertinente realizar ciertas aclaraciones, con el fin de diseminar confusiones sociales, en torno a determinados conceptos utilizados constantemente en el presente trabajo.



En la mayoría de los textos que intentan describir al machismo se hace referencia a un concepto indisociable de la práctica comunitaria. En este sentido, no desligaremos comunidad de comportamiento, ni machismo de acción social. Entenderemos el machismo como una amplia gama de concepciones y acciones sociales, manifestadas mediante la producción de diversos tipos de discursos y actitudes sexistas y patriarcales, producidas, para la incredulidad de muchos, tanto por hombres como mujeres.



En muchas ocasiones, nuestra idiosincrasia, nos hace buscar el significado del vocablo machista, realizando rápidamente asociaciones semánticas con su raíz etimológica, lo que nos lleva a pensar que el machismo sólo se puede atribuir a hombres, y hombres “bien machos”. Sin embargo, el machismo y su representación en el discurso, va más allá del vocablo “hombre”.



El machismo es atribuido a una gama más amplia de partidarios, que como se señaló anteriormente, no margina al género femenino de sus dimensiones.



Entendido, y posteriormente detallado como fenómeno social, el machismo no es atribuible únicamente a seres de sexo masculino, sino también, y en gran medida a mujeres. Por esto se vuelve una práctica tan recurrente en sociedades como la nuestra.



Situándonos en la producción de discursos ideológicos, para muchos quizás el análisis de un texto machista no reviste mayor complejidad. Sabemos, gracias a nuestro conocimiento del mundo y al bagaje lingüístico adquirido mediante la competencia en nuestra lengua, que una receta de cocina corresponde a un texto informativo y un cuento a un tipo de texto narrativo. Podemos ir más allá y determinar que una noticia del diario “El Mercurio” corresponde a un texto conservador en oposición a un artículo del diario “The Clinic” que refleja claramente un discurso de izquierda, con valores sociales opuestos al primero. Nuestro conocimiento ingenuo de la cultura chilena, del lenguaje, del discurso, nos conduce a la producción de tales inferencias, casi siempre, con gran acierto.



Pero el estudio del discurso ideológico supone más allá que meras inferencias. Requiere de la explicitación detallada de las instituciones de poder arraigadas en el texto, con el fin de extraer cuáles son los significados culturales que conllevan a la producción de dichas prácticas discursivas.



Sin duda no es una tarea fácil, pero tampoco menos interesante. Se requerirá de bastante información que permita al analista conocer, interpretar, relacionar y explicar aquellas concepciones ocultas y masificadas en torno a la mujer chilena, para establecer así, conclusiones pertinentes a dichos análisis.



A causa de lo anterior es necesario realizar una breve descripción del acontecer bibliográfico, relativo a temas como la ideología y su relación con el discurso, el poder y su influencia en grupos de dominación y la concepción de género social y lingüístico, para luego, realizar el análisis textual de los artículos seleccionados como corpus.



LA EMERGENTE PREOCUPACION POR LA MUJER.



Durante las últimas décadas se ha acrecentado la preocupación por lograr una inserción igualitaria de la mujer en la sociedad. Esta preocupación surge por una serie de movimientos de carácter social que impulsan la reivindicación comunitaria de minorías, entre las que se encuentran principalmente grupos religiosos, políticos, étnicos y sexuales.



La búsqueda se centra en encontrar la protección hacia los derechos de la mujer en ámbitos tan disímiles como el trabajo, el acceso a puestos laborales en igualdad de condiciones salariales que el hombre, el derecho a acceder a cargos públicos de importancia debido a sus competencias y no a su apariencia física, el derecho de protección contra la agresión y la violencia física y psicológica, la promoción educativa, el ejercicio libre de su opción sexual, o simplemente del libre derecho reproductivo.



El cambio no es gratuito ni antojadizo. Si no existiera este constante debate en torno a la igualdad de género quizás jamás habríamos conseguido, ni siquiera, el derecho a sufragio. Estos logros y este diálogo constante no se produce mediante otro camino que no sea el discurso, y no se valida socialmente si no es dentro de una relación dialéctica e interna entre lenguaje y sociedad.



Es este devenir lingüístico, convenido por hablante y oyente, el que permite modificar e influir sobre los procesos mentales y culturales de si mismos.



EL DISCURSO.



Antes de establecer la relación producida entre discurso e ideología es importante referirse a lo que entenderemos por discurso en este trabajo. Según Charadeau y Maingenau (2005: 179) “el discurso es una noción que se encontraba ya en la filosofía clásica, donde al conocimiento discursivo por concatenación de razones se le oponía el conocimiento intuitivo. Su valor estaba entonces próximo al logos griego.



Álvarez (2001: 11-12) plantea la existencia de una “polisemia” entre los términos “texto” y “discurso”, lo que ha llevado a muchos autores a utilizar indistintivamente ambos términos. El autor señala que mientras “el texto es una configuración lingüística organizado según reglas estrictas; el discurso es la emisión concreta de un texto, por un enunciado determinado, en una situación de comunicación determinada”.



Entendiendo el concepto de discurso, y adoptando una visión multidisciplinaria de lo que implica su análisis, encontramos el Análisis Crítico del Discurso (ACD), definido por (Fairclough, 2001: 387) como “…el análisis de los aspectos lingüísticos y semióticos de los procesos y de los problemas sociales”, siendo su principal característica, la posesión a favor de los grupos oprimidos en contra de los grupos dominantes. En ese sentido, Farías (2006) señala que el ACD es una vertiente del análisis del discurso que permite, entre otros, develar ideologías, poner en el tapete temas como el racismo, la discriminación de la mujer y establecer relaciones de poder.



EL ACD es un método que facilita la localización de los “procesos de exclusión” al interior de la sociedad, tales como “el tabú del objeto, ritual de la circunstancia y derecho exclusivo o privilegio del sujeto que habla”. “En toda sociedad la producción del discurso está a la vez controlada, seleccionada y redistribuida por cierto número de procedimientos que tienen por función conjurar sus poderes y peligros, dominar el acontecimiento aleatorio y esquivar su pesada y temible materialidad” (Foucault,1999: 14)



LA IDEOLOGÍA EN EL DISCURSO.



El ACD permite identificar las ideologías que conforman diversos discursos de poder. Dentro de esta línea de análisis no debemos entender el fenómeno del lenguaje como un medio que sólo permite obtener información, expresar nuestros sentimientos y visiones de mundo, y cumplir con un fin específico que es comunicar, ya que nos situaría en una visión simplista de lo que en realidad constituye la comunicación.



Quizás, aún permanecemos sometidos a la influencia de los estudios gramaticales, donde la lengua fue estudiada como objeto independiente del sujeto que producía y manipulaba dicho objeto.



Recién en las últimas décadas, y específicamente con las contribuciones realizadas por la pragmalingüística y el análisis del discurso, se ha entendido esta dicotomía entre sujeto/objeto como una relación continua, que permite analizar una lengua como la expresión de una cultura, y a la vez, como el medio en que esta se configura. Tanto lo explícito, como lo encubierto, determinarán los constructos sociales, que una vez fijados, establecidos en las mentes humanas, afectarán significativamente la manera en que dichos miembros epistémicos perciban la realidad.

Dentro de este marco surge el concepto de ideología. Según Van Dijk, la ideología corresponde a: “la base de las representaciones sociales compartidas por un grupo”. Este concepto no sólo debe atribuirse a grupos dominantes, sino también a minorías de diversas índoles que se resisten a esta dominación. En este sentido las ideas homosexuales, feministas, comunistas o ideas impulsadas por grupos minoritarios, también constituirían una ideología de resistencia (Van Dijk, 1997).

Lo ideológico y el poder, son dimensiones que atraviesan de parte a parte una sociedad, y son incorporados como elementos constitutivos de la producción de sentido en la semiótica de los discursos sociales (Marín, L., 2004).

Concretamente definiremos a las ideologías como sistemas que sustentan las cogniciones sociopolíticas de los grupos (Van Dijk, 1997), y es así como organizan las actitudes de dichos aglomerados sociales, manifestadas en opiniones generales acerca de temas sociales relevantes como la píldora del día después, la discriminación de la mujer en el ámbito laboral o el aborto.

Entendido someramente el concepto de ideología podríamos señalar que todos los discursos producidos dentro de contextos específicos de relaciones de poder son configurados en base a ideologías. Tanto una conversación, como un artículo de opinión será producido bajo ciertos juicios sociales propios, pero a la vez compartidos, del hablante.

Tanto la microestructura, relativa al léxico empleado, las estructuras sintácticas o los mecanismos de coherencia y cohesión, así como la macroestructura, referida a las implicaciones pragmáticas del texto, a su coherencia global o a su tipo textual serán elegidos bajo una determinada ideología.

En nuestro país por ejemplo, sabemos que el término “compañero” alude a una expresión utilizada por cierto grupo político que equidista bastante de las nociones impulsadas por la derecha. Por tanto, sabemos que en una reunión social el enunciado “su turno compañero” reviste una ideología puramente izquierdista. Asimismo, la frase utilizada por un hombre chileno para presentar a su pareja “te presento a mi mujer” supone una ideología distinta de la utilizada por aquel que recurre a un enunciado del tipo “te presento a mi pareja, mi compañera, o simplemente te presento a mi esposa”. Los contextos de enunciación son distintos, y por ende se infiere que la concepción de mujer que ambos hablantes pregonan también lo es.

Las unidades léxicas que se eligen, en este caso, para describir a los otros (amigo- pareja) dependerán, no sólo de la competencia lingüística del hablante sino también de sus ideologías. Así, los hombres en su discurso pueden recurrir a tópicos específicos, estilos léxicos o retóricos individuales que caractericen sus registros lingüísticos, y lo mismo podría aplicarse al discurso producido por raperos v/s hippies, jóvenes v/s viejos o militantes del Partido Comunista frente a militantes de la Unión Demócrata Independiente[1].

Compartimos ideologías de manera tan amplia que ellas parecen haberse vuelto parte de las actitudes generalmente aceptadas de una comunidad completa, ya que se aceptan como creencias obvias u opinión, lo que conocemos como sentido común. Será esta la base de los discursos y otras prácticas sociales de los miembros pertenecientes a comunidades de habla (Van Dijk, 1997).



Lamentablemente esta ideología transmitida por hombres y mujeres, pero construida desde un comienzo por hombres, es masificada a través de prácticas sociales no reflexionadas, es decir, reproducidas por hablantes que no analizan realmente lo que escuchan y luego repiten. Muchas veces, el discurso machista se utiliza y acepta sin articular mecanismos metadiscursivos que permitan comprender lo que realmente el hablante emite. Esa lectura entre líneas es la que carece de criticidad y que se traspasa de generación en generación, sin analizar las acciones que se llevan a cabo mediante la producción de actos de habla machistas.



Una vez conocida la implicancia de la ideología en la producción de sentido discursivo es importante describir cómo se estructura y cuál es la valoración que el hablante realiza al producir un contexto de enunciación en relación a grupos de dominación. La categoría central que podemos reconocer en un discurso ideológico es la de un "nosotros" opuesto a un "ellos”. El nosotros alude al grupo de hombres y mujeres (entendida la práctica machista como accionada por ambos géneros) que presentarán una valoración positiva del intragrupo y el “ellos”, en este caso “ellas” como la presentación negativa del exogrupo. Esto nos ayudará a comprender las categorías establecidas en el posterior análisis.



DISCURSO Y GENERO.



En lingüística, y específicamente en análisis del discurso es necesario definir la concepción que se adoptará del término género, puesto que dependiendo de la rama donde se sitúe, recibirá asimismo diversos significados.



En la mayoría de los artículos citados se hace referencia al concepto de género como término relacionado con la gramática (género gramatical), con los diversos tipos de estilo textual (género literario, narrativo, entre otros), como también, y muy ajeno a una significación lingüística, es entendido como el conjunto de seres humanos establecido en función de características biológicas comunes (hombres- mujeres).



Son muy interesantes los usos que se hacen de la noción de género, cada uno inscrito dentro de una práctica académica determinada. Someramente se puede señalar que el género se entenderá como una relación de poder producida y actualizada en prácticas discursivas. Así, las diferencias asimétricas de género /femenino-masculino/ no pueden ser entendidas como diferencias individuales, y ello porque operan como dispositivos generales pero no homogéneos de poder, configurados por los propios hablantes.

El Análisis Crítico del Discurso permite y ofrece un variado conjunto de estrategias para analizar cómo se produce la interrelación entre poder, prácticas y discurso, y procesos materiales que participan en los dispositivos de poder. La analítica del discurso, heterogénea y multimodal, puede ayudar a comprender las prácticas lingüísticas y semióticas que, en gran parte, crean las desigualdades y las dominaciones. La noción de género es puesta en relación compleja con otras nociones como poder, ideología, prácticas o hegemonía (Amigot, P., 2007). En este sentido, algunos hombres chilenos de modo abierto, y a veces encubierto, se comprometen en formas verbales "sexistas" con y acerca del sexo opuesto, atributos que prevalecen en un grupo social. Así, reproducen un sistema de desigualdad de géneros al ejercer un control de aquellos aspectos del contexto a expensas de participantes femeninos, los cuales pueden evidenciarse en el tópico, estilos, turnos, etc.

Como toda construcción social, la categoría de género, se transforma históricamente a medida que lo hace el contexto socioeconómico en que aparece. Esto es así, porque forma parte de los elementos ideológicos de reproducción social, y como tal, debe ser transmitido a las siguientes generaciones mediante un proceso de socialización. Se instituye así un proceso que conformará la propia identidad femenina o masculina, mediante una selección efectiva de aquellos elementos culturales que se consideran socialmente como los más adecuados (Aguilar, E., 2001).



CARACTERISTICAS DEL DISCURSO MACHISTA.

Estos elementos culturales de los cuales nos apropiamos para configurar nuestras prácticas discursivas, muchas veces son aprehendidos sin un proceso reflexivo, y eso se refleja en la frecuencia en que los discursos machistas se asemejan a discursos encubiertos, que a la luz de su configuración, igualmente permite entrever la ideología del emisor.

Si tomamos como situación hipotética una reunión entre dos chilenos, en la cual ambos hablantes pretenden referirse a una mujer, podríamos pensar que su discurso se configurará de tal manera que intentará demostrar al interlocutor cierto dominio y posesión de la pareja, entendida como objeto sexual y productora de servicios domésticos. La idea en estas instancias es mostrar frente a los congéneres que tan “hombre” pueden llegar a ser. Dicho discurso formula y reproduce persuasivamente la ideología patriarcal acerca de los géneros y la subordinación de la mujer (Limone, F., 2005).



Estos discursos no pueden ser tipificados partiendo de la base en que todos, a pesar de compartir una ideología común, son producidos en contextos diversos. Sin embargo, podemos establecer un acercamiento a aquellas características que se repiten en todos los discursos machistas.



Lo que no amerita dudas es que todos estos textos son intervenidos de manera transversal en los componentes de una lengua: fonético-fonológico (texto oral), semántico, morfosintáctico y pragmático. En una conversación coloquial, por ejemplo, el no respeto del turno a un hablante femenino, en reiteradas oportunidades dentro de la interacción comunicativa, podría implicar una actitud machista. La evocación de chistes, refranes o dichos populares relativos a la inferioridad de la mujer también revisten una manifestación de estas prácticas.

Algunos autores plantean que no existe una comunicación simple de hablante a oyente, sino que los roles sociales, tales como ser padre, jefe, alumno o empresario, constituyen un factor claramente diferenciador de los discursos. El que enuncia bajo el rol ‘junior de una empresa’ no posee el mismo prestigio que el dueño de la misma. Por esta razón, el contenido de las representaciones sociales no es neutro, ya que nunca se enuncia desde el yo simple del sujeto, sino desde su rol social. Una comunidad (lingüística en este caso) se caracteriza por la frecuencia de comunicación definida por una matriz de rasgos o propiedades, esto es, por los roles individuales e institucionales que participan en el intercambio con una frecuencia determinada. Por lo tanto los discursos machistas serán configurados desde y en prácticas sociales mayores (Lepin, C., 2007).



METODOLOGIA.

Una vez entendido el discurso como acción social vale la pena destacar que las prácticas discursivas no pueden ser analizadas sino son entendidas como parte de estructuras y procesos socioculturales más amplios.

Los tipos de discursos pueden plantear ideas subjetivas sobre la concepción que se tiene de diversos grupos, cuestiones o individuos. Como lo señala Van Dijk, la desigualdad de los géneros puede también manifestarse y confirmarse por el discurso "machista" desafiado a su vez por otro "feminista".

Dentro del ACD, se debe tener en consideración la dependencia social que poseen los textos producidos por diversos hablantes. En este caso, no podremos realizar el análisis de textos machistas sin relacionarlos con el significado, la interacción, los modelos mentales, la identidad, las creencias compartidas y las diferencias de poder entre los miembros del grupo dominante (hombres) y los del grupo dominado (mujeres).

Con esto se esclarece que al entrar al ámbito del ACD el analista se vale de recursos pertenecientes a diversos campos del lenguaje; así, en el presente trabajo se realiza un análisis semántico de las diversas unidades textuales elegidas con el fin de escudriñar en las ideologías concebidas dentro de los modelos mentales de los hablantes que las producen.

En primera instancia, y para identificar algunos aspectos de la relación ideología-género-discurso en la sociedad chilena se confeccionó un marco teórico multidisciplinario que combina ideas de los estudios de género, teoría de la ideología y ACD, con el fin de contar con herramientas teóricas que permitan realizar el posterior análisis textual.



El corpus se buscó en Internet, herramienta principal de divulgación de discursos ideológicos escritos, y a su vez, herramienta de fácil acceso por parte del lector-analista.



El sitio del cual se extrajeron los textos fue la página www.granvalpariso.cl, sitio descrito por sus creadores como “libertario y pluralista”, pero que sin embargo figura como una revista virtual fascista, machista y conservadora. En el se publican artículos de opinión producidos por académicos, políticos y profesionales “humanistas” relativos a noticias del acontecer nacional con una marcada tendencia machista.



Los textos analizados corresponden a dos artículos de opinión publicados durante los meses de octubre y noviembre, y cuya unidad de análisis se constituyó en base a proposiciones seleccionadas al azar.







FUNDAMENTOS TEÓRICO-METODOLÓGICOS.



Las unidades de análisis serán estudiadas teniendo como base una adaptación personal del Modelo Lingüístico-Comunicativo presentado por Molero y Franco (2001). El Modelo proviene de la lingüística semántica y además incorpora los fundamentos del ACD (Van Dijk 1999).



El análisis se estructura mediante el estudio de los significados subyacentes a cada enunciado describiendo dos niveles principales; el nivel referencial y el nivel lingüístico.



Se analiza cómo se representa el emisor, cómo construye la imagen del otro y cuáles son los referentes, hechos o eventos de la realidad a partir de los cuales se elabora el discurso.



Algunos analistas contemplan este nivel desde la macroestructura, identificando así, el tema o tópico que subyace a cada texto. En este caso, y por constituir un análisis de unidades que componen un discurso determinado hablaremos de proposiciones y sentido para referirnos a los principales ejes en los cuales se configura cada unidad.



En el análisis se propone un cuadro donde se recoge la organización del significado en torno a los ejes de las nueve unidades analizadas, y su posterior estudio, caracterizado mediante la construcción de nociones constitutivas de la ideología machista (ver cuadro Nº1). A su vez, se expone un cuadro donde se describe la concepción del “ellas” y “nosotros” desde el intragrupo y el exogrupo.



b) Nivel Lingüístico:



En el segundo nivel de análisis el emisor elige los signos de la lengua para expresar el propósito ya contextualizado, disponiendo de los recursos léxicos a través de los cuales comunica su propósito. La observación del léxico permitirá establecer cual de las concepciones son valoradas negativamente, de acuerdo con los efectos de sentido que el emisor intente causar en el receptor del mensaje.















ANALISIS.



a) Nivel Referencial

En relación al cuadro Nº 1 y 2 se puede observar que las cualidades que los hablantes machistas atribuyen tanto al ingroup como al outgroup son diferentes en cuanto a concepciones. El hombre es relacionado con la inteligencia, el talento, la fortaleza, la virilidad (sexual) y el conocimiento, mientras que las mujeres se vinculan a las tareas del hogar, la crianza de los hijos y sus deberes sexuales con la pareja.

Parece extraño, no encontrar cualidades positivas en el grupo subordinado. Si bien es cierto, las ideologías machistas se centran en el cuerpo y la sexualidad, representando a los hombres como seres impulsivos, animales e intrínsicamente sexuales, y a las mujeres como objeto de presa y conquista, podría pensarse que una visión de lo femenino no sólo se relaciona con sus deberes morales y sociales sino también con sus características.

En ninguna de las unidades de análisis se hace mención a la sutileza y delicadez femenina, al concepto de lo bello y armónico del cuerpo o simplemente al tono habitualmente cálido de sus voces. Por cierto, las producciones analizadas validan en los receptores los mensajes de dominación masculina y subordinación femenina respectivamente.



CONCLUSIONES



El análisis realizado, más allá de proponer nuevos postulados en torno al discurso machista, no hace mas que confirmar las pautas lingüísticas que los hablantes utilizan al momento de elaborar discursos de poder.



El machismo en nuestro país no equidista demasiado de lo extraído en el corpus. Si bien, los textos sólo representan una muestra pequeña de lo que podría denominarse machismo chileno, los enunciados que lo conforman son una representación de la ideología que subyace a estos discursos, una ideología hegemónica que sitúa a la mujer como inferior en todas las dimensiones del ser humano.



El discurso analizado utiliza argumentos consensuados, dentro de prácticas comunicativas, por una gran parte de chilenos, y eso lo constituye como válido para sus lectores.



Podríamos sorprendernos de la gran cantidad de adeptos que posee el diario del cual se extrajeron los textos. La mayoría de sus lectores comparten una ideología patriarcal en la que se utiliza, muchas veces sin sentido, un lenguaje ofensivo, sarcástico y denigrante para referirse a todas las aristas de una mujer. Es así como su función, según el análisis, se ve relegada a la de esposa y madre, como roles principales dentro de un conglomerado superior, donde no debiesen existir mujeres profesionales, madres solteras, liberales o incluso infieles.



Se hace uso de varios adjetivos calificativos que denotan cualidades negativas en aquellos hombres fieles, sensibles y cariñosos, a ellos se les atribuyen vocablos como “huevonazo” o “macabeo”, que en Chile constituyen ofensas sociales relativas a la sumisión del hombre en torno a la mujer.



El discurso se opone a factores racionales, valiéndose reiteradamente de una visión elemental del mundo, acusando predominio de los factores emocionales que se anteponen a todo análisis lógico. No cabe duda que aún en las sociedades menos imperfectas existe siempre cabida para la injusticia y la denigración de minorías que no comparten los cánones establecidos por la mayoría.



En Chile, quienes cultiven prácticas discursivas machistas pregonarán la capacidad del hombre para crear, organizar y controlar la sociedad. A esto añadirán que los preparados para ejercer el poder político y religioso son sólo ellos, además de ejercer el poder judicial, las fuerzas de orden y seguridad, y todo cargo que implique supremacía.


Podemos apreciar que un análisis elemental de las ideologías, en términos de cierto número de categorías hipotéticas, que particularmente definen los parámetros sociales básicos de los grupos, nos permite también postular significados en el discurso, típicamente orientados a estos, especialmente cuando la identidad, propósitos, normas, posición y los recursos se encuentran en conflicto con otros, y cuando el propio grupo es desafiado, amenazado o dominado (Van Dijk, 1997).



Los patrones de masculinidad característicos de estos textos pueden presentarse bajo las siguientes premisas:

- La fidelidad femenina como bien asociado.

- La prohibición del ejercicio sexual femenino de manera libre e igualitaria.

- La heterosexualidad asociada como militancia masculina, de dominio y fuerza.

- La facultad de poder masculino ligado a instituciones militares y religiosas.

- Y por último, las modalidades de relación hacia las mujeres.

La concepción de mujer construida por los chilenos supone principalmente una cuestión sexual. Las mujeres fueron hechas para procrear y en ningún caso, a menos que se trate de una cortesana, para satisfacer sus deseos sexuales. El ser femenino se constituye en función del hombre y es así como sus deberes de madre y esposa jamás deben ser enjuiciados o puestos en discusión. Sin embargo, el incumplimiento de estos sí amerita un castigo social importante, en cuanto una mujer no se haga cargo de sus hijos o decida ser infiel a su esposo.



Dentro de esta moralidad viril aparece el concepto “mujer” como sinónimo de madre, esposa y sirvienta. La mujer pertenecería así a su esposo mientras que este a si mismo, por lo cual no se espera de él la muestra de sus sentimientos o la fidelidad, sino un dominio absoluto de todas las áreas que le conciernen. Un hombre en nuestro querido Chile no puede llorar en público, ni mucho menos demostrar debilidad, no puede estar cesante, ni realizar labores domésticas mientras su esposa lee el periódico o mira la televisión, no puede dedicarse a las artes como la danza o la pedagogía de párvulos, simplemente porque en cuestión de segundos es tachado de homosexual.



Es interesante observar como, tanto mujeres y hombres, a través de prácticas discursivas recurrentes han logrado instaurar en el imaginario colectivo la noción de mujer en función de sus roles, estableciendo una tricotomía, que por lo menos asusta a algunos, dependiente-esposa-madre v/s independiente-histérica-prostituta.







Sin duda, la práctica discusiva machista constituye un fenómeno complejo, que no puede ser entendido si no es desde la praxis en donde se enuncia. El análisis del discurso, en este sentido, no sólo contribuye a constituir una determinada disciplina académica inscrita dentro de la lingüística pragmática, sino que permite extraer los elementos fundamentales de las conductas discriminatorias, para establecer desde allí, acciones que excluyan estas actitudes del imaginario mental en sociedades tan poco pluralistas como la nuestra.



La tarea no es fácil, pero tampoco imposible. El estudio de las ideologías en el discurso contribuye, en alguna medida, a suprimir dichas prácticas. Todo lo construido mediante el lenguaje, puede asimismo desmoronarse mediante él. Sólo es necesario creer, en el magnifico poder de las palabras.





















“Las palabras poseen una carga interesante que las acciones envidian; matan, hieren, ilusionan y enamoran. Aquellos que las producen, en ocasiones, no dimensionan el efecto que pueden causar al emitirlas, sólo las lanzan… mientras que aquellos que las recibimos podemos llegar a cambiar el sentido del camino, que erróneamente creíamos correcto.……..”





La autora











LISTA DE REFERENCIAS



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1 comentario:

Naht* dijo...

Wo, solo tu puedes comentar tanto jeje tu blog va increible sigue asi ^^

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